Hay que intentar facilitar a nuestros hijos que encuentren sus propios intereses y que practiquen aquello para lo que muestran más facilidad y que les hace sentir bien porque con ello no sólo aprenden, sino que contribuimos al mismo tiempo a que desarrollen su seguridad y autoestima; pero hay que hacerlo sin pasar el límite que separa la estimulación beneficiosa para nuestro hijo de la sobreestimulación, algo que es bastante frecuente en la actualidad y que puede cansarlos y desmotivarlos ante futuras tareas.
Los expertos coinciden en que el bilingüismo ayuda a que los pequeños mejoren su atención y ejerciten su memoria, sin olvidarnos de las ventajas que tiene hoy en día saber hablar más de un idioma.
En este sentido, tan recomendable es que aprendan a hablar otro idioma como perjudicial el hecho de que insistamos en que lo hagan si no tienen habilidades para ello. Las habilidades hacia los idiomas son innatas en el ser humano. Podríamos decir que cuando nacemos en nuestro cerebro ya están los diferentes sonidos de todos los idiomas. Conforme pasa el tiempo y recibimos información en un idioma determinado, el cerebro tiende a ‘descartar’ el resto de sonidos que tenía almacenados y que no se usan en ese idioma que el niño se está acostumbrando a escuchar.
Es positivo que los niños se familiaricen con otros idiomas, además de su lengua materna, y los escuchen y los hablen mediante acciones tan sencillas como ver los dibujos animados en su idioma original o a través de canciones y juegos.
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