Que un niño pegue, empuje, muerda, etcétera, es algo de lo más habitual. Ellos aún no dominan todas las palabras del lenguaje y, a través de esas acciones, intenta poner en conocimiento lo que quiere o como se siente.
Alrededor de los 2 años, los niños no se casarán de decir “Mío”, y para conseguir lo que quiere harán lo que consideren oportuno. Es normal, a estas edades los bebes tienden a ser egocéntricos, y si no consiguen lo que quieren, actuarán (pegando, llorando, con pataletas…)
Por ello, hay que enseñar a los niños a comunicarse, ya que será el camino más rápido para evitar esas acciones. Para ello, los padres en esos episodios en los que el niño levanta la mano para pegar, o empujar, deberán explicarle cómo pueden pedir las cosas, y decirles que con su forma, podría hacer daño a la otra persona. Esto es cuestión de tiempo, habrá algunos que en seguida cambien, y habrá otros a los que le cueste más, pero con paciencia, al final esta etapa terminará pasando.
Reñir a un niño, o darle un cachete, por haber pegado, no es una solución. Que el padre en esos momentos se ponga nervioso, tan solo empeorará las cosas, y la imagen que va a dar al niño, es precisamente la de que para conseguir algo, hay que utilizar la “fuerza”. Los padres siempre son un modelo a seguir para sus hijos, y ellos, en sus primeros años, terminarán haciendo lo que ven.
Sin embargo, sí hay que pararlos cuando hacen algo así, y decirles “NO”, explicándoles por qué no se debe hacer eso, y las consecuencias que puede traer el que lo haga. Ante todo, como ya decíamos, hay que armarse de paciencia, y dar un poco de tiempo al niño para que aprenda a cómo se deben pedir o conseguir las cosas.
Imagen: Alejandra Mavroski