El chupete, para muchos niños, será un elemento que lo acompañará durante la primera etapa de su vida. Algunos lo considerarán como algo imprescindible para dormir, para calmarse, para combatir el dolor… es decir, que va a ser su mejor aliado en múltiples momentos.
Pero llegará un momento en que habrá que decir adiós al chupete, y no siempre será fácil, especialmente para aquellos que sean muy dependientes de él.
Lo más importante a la hora de retirarle el chupete, será mantenerse firme en la decisión. Hay que saber de ante mano, que el niño va a sufrir momentos en los que va a sentir la necesidad de volver a cogerlo, y para conseguirlo, llorará y pateará. En esos momentos no vale ceder, y habrá que armarse de paciencia y, sobretodo, de cariño, para que el niño se sienta reconfortado y protegido.
También, habrá que avisar al niño de que el chupete va a desaparecer, ir preparándolo para ese momento, contándole lo que va a ocurrir, incluso cuando los padres crean que él no entiende bien lo que se le está diciendo.
Buscar un sustituto del chupete, podría ser un punto intermedio. Un peluche pequeño que pueda apretar en los momentos de ansiedad, podría ser una buena solución.
Otra opción es cambiar un poco las rutinas que tenía adquiridas y asociadas al chupete. Si por la noche lo tumbabas en la cuna y le dabas el tete, puedes probar a tumbarlo y cantarle una nana, mientras le acaricias la cara.
Hay que evitar tomar como punto de ejemplo a otros niños. Cada uno es diferente, y cada uno tiene sus propios ritmos y, mientras que uno puede tardar en adaptarse unos días, es probable que otros tarden más, o que, incluso, ni tan siquiera hagan intención de pedirlo después de habérselo retirado.
Imagen: Eden, Janine and Jim