Las salidas y visitas educativas constituyen, junto con las excursiones, el mejor método de enseñanza intuitiva y agudizan el sentido de la observación, por lo que serán el mejor fondo de cultura para posteriores años.
El proceso de enseñanza-aprendizaje en los primeros años de vida se puede plantear de múltiples maneras, lo importante es ofrecer a los niños la posibilidad de observar, preguntar, despertar su curiosidad por determinados temas, recoger materiales, comparar, experimentar… En nuestro entorno encontramos todos los elementos necesarios para ello y qué mejor momento que con la llegada de la primavera.
¿Qué valores educativos desarrollan en las excursiones?
- Valores intelectuales: los niños aprenden a ser “investigadores”, ven las cosas directamente en la realidad, surgen interrogantes de lo que se expone ante sus ojos. Se acostumbran a recoger datos de la realidad socio-natural… después estos datos los resumen, los sintetizan, los clasifican, los evalúan y extraen sus conclusiones. Todos estos procesos transforman a los niños en “investigadores”.
- Valores socio-morales: en las excursiones los niños se ven obligados a seguir normas de urbanidad, cortesía o buenas maneras, durante la visita comprenden la necesidad de las normas de convivencia.
La belleza de las cosas naturales o artísticas que descubren amplía la estimación que tenían de su medio y de sus propias pertenencias valorándolas desde una nueva perspectiva.
¿Cómo preparamos la excursión?
El primer paso consiste en elegir un lugar interesante para realizar la salida. Elaboraremos un mapa de contenidos que nos sirva de punto de referencia de los posibles aprendizajes, pero flexible y acorde con los intereses de los pequeños. En esta fase también se recogen los conocimientos previos que los niños tienen sobre el tema.
El segundo paso es la salida, visita o excursión en sí. Tanto los niños como los adultos irán bien atentos durante el trayecto, reconociendo los distintos lugares que pueden servir como punto de referencia. Surgirán miles de preguntas que los adultos comentarán con los niños y luego volverán sobre ellas después de la excursión para profundizar y ampliar.
Los mayores intentaremos verbalizar continuamente lo que estamos viendo para hacer conscientes a los pequeños de los diversos objetos, animales… y se recogerán el mayor número de muestras según las posibilidades.
El tercer paso consiste en un momento para la reflexión. Se hace una reunión familiar comentando todo el proceso, una valoración que aporte datos no solo sobre los contenidos de aprendizaje, sino también sobre el lugar visitado, la organización temporal, la implicación de los excursionistas y el comportamiento en determinadas situaciones “más arriesgadas”…
¡Nos vamos de excursión!
La primavera es la estación ideal para salir al campo temprano. Una excursión es una preciosa actividad para realizar en familia, respetando una serie de reglas sencillas, pero básicas: detenernos para descansar, contemplar el paisaje, sentir la naturaleza, escuchar el canto de los pájaros, disfrutar de las explicaciones de los papás sobre lo que vamos viendo…
Los niños no caminarán mucho tiempo sin motivaciones, será necesario un paseo guiado y con objetivos a corto plazo. Por ejemplo, subiremos a una pequeña colina para ver nuestra casa desde “lo más alto”, iremos al bosque para buscar “el árbol encantado en el que viven los gnomos”…
El itinerario será bonito, pero no muy largo. Antes de salir prepararemos el equipo: unas playeras ligeras y cómodas, o unas botas de senderismo con los calcetines adecuados, mochilas para todos (pues cada miembro de la familia aportará algo y el peso estará equilibrado). Llevaremos agua, leche, frutos secos y algo dulce.
Durante la excursión se nombrará un jefe que llevará el mapa, conocerá el camino y será el encargado de las paradas. Los más pequeños se ponen a correr en cuanto empieza la marcha y debemos enseñarles a andar despacio para coger el ritmo de forma regular y para de vez en cuando con el fin de respirar profundamente. En las excursiones podemos cantar para animarnos, aunque conviene que los niños sepan respetar los sonidos de la naturaleza.
En el campo hay montones de cosas para desarrollar el sentido de la vista y el olfato: nidos de pájaros, madrigueras de conejos, hormigueros, amapolas, romero, tomillo… los niños pueden recoger diferentes tipos de hojas para luego hacer su herbario personal, pueden buscar huellas, dejar marcas en el camino para volver como hacía Pulgarcito…
Con las excursiones el niño aprende el mundo desde su propia vivencia, a través de sus propias experiencias, porque así es como se le hace significativo el mundo exterior y se integran todos los conocimientos de forma global.
Fotos | Brian Smithson; Chris Isherwood; USFWSmidwest
[…] Fuera de casa, la fruta es el tentempié ideal por su alto contenido en agua. Las hortalizas también pueden venir con nosotros acompañando al pan y el embutido en nuestros bocadillos cuando salimos de excursión. […]