La dermatitis atópica es un problema bastante común en los pequeños, se calcula que alrededor de un 5% de los niños la sufren, y que se manifiesta normalmente durante el primer año en forma de eccemas o inflamación de la piel, más comúnmente en la zona de los pliegues. Dependiendo del grado, el niño notará un mayor o menor malestar, sintiendo picor y produciéndosele una descamación o costra.
Aún no se tiene muy claro cuál es la causa de la dermatitis atópica, algunos especialistas creen que puede ser por la herencia de unos padres alérgicos y asmáticos, o por la falta de maduración de las células de la piel. De cualquier forma, es algo que podría ser pasajero pudiendo llegar a esfumarse tan rápido como apareció.
Ante este problema lo mejor será consultar con el pediatra cuál es la mejor forma de aliviar ese picor. Y además tendremos en cuenta algunas pautas a seguir:
– Evitar el suavizante a la hora de lavar la ropa.
– Mantener la piel del bebé hidratada con alguna crema especial para ello.
– No dejar al niño mucho tiempo metido en la bañera. Los baños se harán de forma rápida, y después se le secará muy bien (incluso en verano) prestando mayor atención a la zona de los pliegues. El secado se hará sin frotar su cuerpo, sino con ligeros toquecitos, para después aplicar la crema hidratante.
– Tener siempre sus uñas bien cortadas evitará que se haga heridas si se rasca y además servirá para prevenir posibles infecciones.
– La ropa a ser posible será de algodón o lino.
El verano puede ayudar a mitigar las molestias que la dermatitis provoca, el sol ayuda a ello al igual que el agua del mar, pero ¡ojo! siempre manteniendo las medidas recomendadas, como utilizar un buen protector solar y no dejando al niño más de 20 minutos seguidos dentro del agua.