El bebé lo tiene muy claro, si está molesto, la mejor forma de que le hagan caso es llorando. Esto resulta frustrante para los padres que ven este acto como un problema, pero en la mayoría de los casos no resulta así, ya que el bebé por naturaleza llora principalmente por tres cosas: sueño, hambre, o incomodidad (por ejemplo por tener sucio el pañal). Es obvio que también ese llanto puede ser causado por estar enfermo, en cuyo caso nadie mejor que el pediatra para diagnosticar lo que le ocurre.
Para evitar el llanto por hambre, lo mejor es tener unos horarios establecidos para las tomas, y si tras haber comido (y hayamos descartado el sueño o el pañal sucio) sigue llorando, esto podría ser a causa de que la alimentación que se le está dando no sea suficiente.
Si el llanto se produce por sueño, es obvio, habrá que acomodarlo en su cuna y conseguir que se termine durmiendo. También resulta obvio que si el pañal está sucio hay que cambiarlo y echar alguna crema en el culito en el caso de que lo tenga irritado.
Algo que unido a todo esto, también es frecuente, es la incomodidad por tener gases, es por ello que después de cada toma resulta recomendable que los eche, aún cuando se ha quedado dormido mientras estaba comiendo. Otra causa que les produce esa incomodidad de la que hablamos es tener frío o calor, por lo que siempre se intentará mantener una temperatura óptima, hay veces que los padres se empeñan en abrigar al niño cuando ellos van en manga corta, por ello sería interesante pensar siempre ¿por qué mi hijo va a tener más frío que yo?
Y sobre todo, sea cual sea la causa por la que el niño llora, los padres deben tomárselo con tranquilidad, ya que un estado de nerviosismo lo único que provocará en él es una mayor inquietud y como consecuencia de esto, llorará aún más.
[…] más pequeños de la casa, habitualmente, lloran en muy determinadas ocasiones, y si está sano, normalmente esto ocurre por motivos concretos. […]