Ya os comentábamos en un post anterior que no estabais solos en esto de andar a la caza y captura de un método que os ayudara a conseguir que vuestros pequeños acepten probar nuevos sabores y no se hagan reacios a introducir alimentos nuevos en su dieta. Como os dijimos esta situación es relativamente normal y con un poco de paciencia y algunos truquitos podemos atajarla.
Todos estamos de acuerdo en que un equilibrio en la dieta del niño es la clave para que nuestros hijos crezcan sanos y para ello resulta imprescindible ampliar el abanico de alimentos que llegan a la mesa. Sin embargo, la mayoría de los pequeños entre los 3 y los 10 años se niegan a recibir esas novedades sin protestar.
Bueno, veamos cómo hacer. En primer lugar debemos tener muy claro que la comida no ha de servir para premiar ni para castigar. Comer debe convertirse en una experiencia agradable y grata para los pequeños y mucho más cuando están en compañía de la familia.
Nosotros mismos, los papás y mamás, los seres en quienes ellos más confían, debemos convertirnos en catadores expresivos. Esto es que frente a su miedo innato a probar nuevos sabores, nosotros podemos iniciar la degustación y comunicar ampliamente lo mucho que nos gusta lo que estamos comiendo. De esta manera los chicos se verán tentados y animados a probar esos nuevos alimentos.
Eso sí, resulta fundamental que al principio no les abrumemos con montones de sabores nuevos en una misma comida. Lo importante es que ellos vayan aceptando alimentos y eso lo podemos conseguir ofreciéndoles sólo un nuevo sabor en cada ocasión y mezclando los gustos intensos con alimentos que les gusten muchísimo.