Dar el pecho al bebé termina por ser una acción que se hace de forma rutinaria después de unos días, algo tan natural como puede ser para nosotros el comer. No obstante, las primeras veces puede resultar algo más frustrante, sobre todo si al bebé le cuesta acostumbrarse a hacerlo.
Como con todo lo relacionado con el bebé, para esto también lo principal será guardar la calma, por ello es primordial mantener un ambiente tranquilo en el que la madre y el hijo no sean interrumpidos por otras cosas ajenas a lo que en ese momento realmente importa: la alimentación del pequeño. Ya sea tumbada o sentada, es importante que la madre adopte una postura cómoda tanto para ella como para el bebé, intentando siempre que su cabecita quede a la altura del pecho. Lo ideal es que, si se ofrece primero el pecho derecho, se coloque el brazo izquierdo entre sus piernas y se sujete su cabeza con la mano izquierda, de esta forma la mano derecha queda libre para agarrar el pecho y acercarlo a su boca. Hay que tener en cuenta para evitar posibles daños del pezón, que el bebé deberá introducir en su boca la totalidad del mismo y que sus labios quedan adheridos alrededor de la aureola.
Pero hay veces que esto no resulta así de sencillo, sino que el bebé no se agarra de primeras al pecho, si esto ocurre algo que no suele fallar es estimularlo acariciando su mejilla, y por acto reflejo el niño, por regla general, girará la cabeza hacia el lado en el que le hayas tocado abriendo la boca. Esto es cuestión de tiempo, ya que en pocos días bastará que acerques a su cara el pecho para que se gire directamente.
Recordemos que en todas las tomas hay que ofrecer siempre los dos pechos, alternando el que primero se da en una y otra, es decir, que si en una de esas tomas comienzas dándole el pecho derecho, en la siguiente comenzarás por el izquierdo.