No vale aquello de decir que como el niño todavía no anda, cualquier calzado le vendrá bien. Esto es un error ya que ande o no, el pie del niño está continuamente en desarrollo, por lo que hay que cuidar y mimar esta parte tan importante de su cuerpecito.
Durante su primera etapa, más o menos hasta los 9 meses, realmente no necesitará esta prenda, porque, aunque hay niños muy precoces, lo normal es que con ese tiempo aún no den sus primeras pisadas. Sin embargo, sí es importante prestar atención a sus pies para evitar que cojan frío. Si el tiempo lo permite, y hace calor, lo mejor es optar por que el bebé permanezca descalzo, sino, unos calcetines, o unos patucos, serán las mejores opciones.
A partir de los 9 y hasta los 14 meses, lo normal es que el bebé ya comience a explorar el mundo gateando. Lo que suele ocurrir cuando hace esto, es llevarse más de un golpe o roces en sus pies, por lo que, para evitar esto, se recomienda un calzado semejante al anterior, pero con refuerzo en la puntera y en el talón.
Ya entre los 11 y los 14 meses, el bebé empezará a dar sus primeros pasitos. Posiblemente este es el momento en el que mayor cuidado haya que tener a la hora de elegir un zapato. El calzado deberá garantizarnos que el niño va a pisar bien. Por tanto, a la hora de adquirirlo habrá que tener presente algunos detalles como:
– La puntera y el talón deberán llevar refuerzos.
– Tendrá que dejar libres las articulaciones para facilitar los movimientos.
– La suela será flexible, fina y antideslizante.
– El tacón lo buscaremos recto y con un altura de entre 8 y 15 milímetros.
– Se recomiendan que sean de piel flexible, si no totalmente sí al menos el forro.
– Quedará bien sujeto al pie y se utilizará la talla justa que necesita.
A todo esto hay que añadir un detalle muy importante: es habitual que aprovechemos la ropa de unos niños a otros, pero se desaconseja totalmente hacer esto con el calzado, ya que una vez haya utilizado un zapato un niño durante un tiempo, la prenda adquirirá la forma de su pie, y si se lo ponemos después a otro bebé, éste se verá obligado a andar de una manera determinada que, en la mayoría de las ocasiones, no será igual que la suya.