Si váis a ser padres o ya lo sóis una de las primeras cosas que deberéis aprender es que la fiebre no es de por sí una enfermedad. En realidad es una manifestación de alguna dolencia corporal, es decir que avisa sobre algo que le está sucediendo al organismo.
Tampoco podemos olvidar que los pequeños suelen padecer manifestaciones febriles con muchísima más frecuencia que los adultos y además de mayor intensidad. Por otra parte es precisamente la intensidad de la fiebre lo que no debe confundirnos, ya que el grado de la fiebre no tiene por qué corresponderse con la magnitud de la enfermedad.
Sabido esto es cierto que la fiebre es una de las manifestaciones que mayor preocupación despierta en los padres y la principal causa de consulta pediátrica. Sin embargo, y por lo general, sólo debemos bajar la fiebre -siempre que el bebé sea mayor de tres meses- cuando pase de 38,5ºC, consultar al médico si pasa de 39 y acudir a urgencia a partir de los 40º y volvemos a recalcar que se trata de una norma general. Hasta los 38º la fiebre es un mecanismo con el que el cuerpo cuenta para combatir agentes hostiles.
Ahora bien, también hemos de tener en cuenta otros factores. Por ejemplo y como ya hemos citado, debemos acudir al médico en caso de fiebre siempre que el bebé sea menor de tres meses y sea cual sea su temperatura y a cualquier edad si la fiebre persiste por más de tres días.
Además también tendremos que contar con factores de riesgos, como enfermedades cardíacas o neurológicas, antecedentes familiares de convulsiones, neonatos, enfermedades de carácter crónico… Y sobre todo usar el sentido común.
Por cierto, durante los primeros meses de vida es mejor contar con un termómetro que permita una toma de temperatura vía rectal.
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