La matronatación no es otra cosa que el nombre que recibe la natación para bebés. Ahora bien, si está más que comprobado que esta actividad es una de las pocas que el bebé puede realizar desde las primeras semanas de vida, también es cierto que el término no debe inducir a error.
La matronatación nada tiene que ver con que el pequeño aprenda técnicas para nadar. Dado que la actividad se realiza a una edad tan temprana, difícilmente podríamos “enseñar” ese proceso a un niño que, por el momento, aún está lejos de poder manejarse con autonomía en el agua.
Sin embargo, sí que a través del contacto con el medio acuático, los pequeños aprenderán a flotar y a controlar su respiración bajo el agua. Además ha quedado demostrado que consiguen mayor estímulo psicomotriz y cardiotorácico, siendo uno de los sistemas más apropiados para la estimulación temprana.
Por otra parte, los distintos estudios sobre el tema aseguran que los bebés que comienzan su contacto con el agua de manera habitual antes de los dos años de edad, acaban teniendo una repercusión positiva sobre su coeficiente intelectual, al hacerlos más perceptivos, observadores y creativos e impulsar la capacidad de juego, lo que reforzará los procesos de aprendizaje.
No podemos olvidar que, por otra parte, la práctica de estas actividades acuáticas también reforzarán el proceso de socialización no traumático, animado por la interrelación con otros niños en la piscina y rodeado de un ambiente lúdico y divertido.
Por último, cabe recalcar los estrechos lazos afectivos que se establecen entre padres e hijos durante el disfrute de estas sesiones, lo que se traduce en una ocasió perfecta para dejarnos llevar y simplemente pasarlo bien con nuestros pequeñines.