Suena fuerte y muy espectacular, a la vez que realmente preocupante, sin embargo y a no ser que se derive de alguna enfermedad como la epilepsia, no reviste mayores complicaciones. Nos estamos refiriendo al espasmo del sollozo, una suerte de apnea infantil asociada al llanto y que también se denomina apnea emotiva.
La experimentan entre el 5 y el 7% de los niños de entre 6 meses y 6 años y podemos definirlo como una interrupción de la respiración en medio de la llorera, que deja al niño cianótico, con labios y uñas azuladas, y a veces va acompañada de algunos movimientos musculares similares a los espasmos.
Por regla general el episodio viene acompañado por el llanto, aunque también puede verse desencadenado por la sorpresa, el dolor o la frustración. Esta última condición es la más habitual, ya que los chavales, al no ver cómo se cumplen sus deseos, acaban buscando en el lloro una manera de llamar la atención.
Los bebés espasmódicos no lo son en realidad, ya que sólo se trata de un falso espasmo provocado por la tensión del niño y la apnea debida a la intensidad de su rabieta.
La manera de proceder es sencilla. Los papás y mamás deben armarse de paciencia y actuar con contundencia, pero también con tranquilidad y suavidad. Por cierto, deben abstenerse de realizar cualquier técnica de reanimación, como respiración boca a boca o masajes reanimatorios. Eso sólo podría llevar a situaciones peligrosas y no es necesario ya que el niño no está sufriendo ninguna urgencia médica, simplemente llora.
También resulta conveniente que sepan que el niño no lo está haciendo premeditadamente. No obstante, muchos críos, sobre todo aquellos que logran lo que desean con esta técnica, pueden llegar a aprender la táctica y provocarla para conseguir sus caprichos.
Ante un espasmo del llanto no intente detenerlo; retire cualquier objeto de la boca y no le de agua que pudiera producir una alteración broncorespiratoria; túmbelo de lado y en un lugar en el que no se pueda golpear; mantenga la calma y obsérvele sin que lo note y dando a entender que no le presta atención.
En cuanto se calme el episodio, acérquese al pequeño y hágale entender que no le gustan estas rabietas y, por supuesto, también debe saber que no le dará lo que pedía. De todos modos puede consolarlo a continuación. Probablemente el cansancio le haga dormir un rato. Déjele hacerlo.
Sólo debe preocuparse y acudir al especialista en caso de bebés espasmódicos por otras causas, pero no solo por un berrinche.