Que durante el parto, la persona especializada encargada del mismo, les diga a los padres que van a proceder a utilizar fórceps, hace que a muchos les entren los nervios e incluso que lleguen a decir que no quieren que se use este aparato para sacar al bebé. Oír hablar de fórceps es algo que no está muy bien considerado por los futuros padres, pero este es un miedo innecesario, ya que hoy por hoy cuando se opta por esta opción es porque es la mejor solución para facilitar que el bebé salga por fin.
No en cualquier circunstancia se van a utilizar los fórceps, sino tan solo cuando el feto se encuentre en el canal del parto bien colocado, es decir, cuando su cabeza esté encajada en la pelvis. Hay que añadir, que el hecho de utilizar fórceps va unido a otra acción: la de realizar una episotomía.
Los fórceps, para aquellos que no lo sepan, es algo parecido a unas pinzas metálicas con dos piezas independientes. Cuando se van a utilizar, primeramente se introducirá una de esas partes y después la otra, a continuación sus extremos redondeados cogerán la cabeza del bebé y se procederá a extraerlo de forma lenta y cuidadosa. En este proceso no se tardará más de un par de minutos, y no supondrá ningún peligro para el pequeño.
Hay que tener en cuenta, que no se van usar los fórceps en cualquier caso, sino que se deben dar alguna de las causas que aconsejan este método, como por ejemplo, cuando hay sufrimiento fetal, sufrimiento materno, o cuando, estando bien encajado, la dilatación se prolonga durante un tiempo que se considere excesivo.
Es cierto, que a los fórceps, se les mira mal porque antiguamente se utilizaban en muchos casos en los que no hoy no se aconsejaría, pero también hay que tener en cuenta que antes no se practicaban las cesáreas, y se optaba por este aparato para extraer al bebé. Pero esto hoy no ocurre ya que ante cualquier duda, se le practicará una cesárea a la mujer si se cree que los fórceps no deben ser utilizados.