Para un adulto resulta fácil reconocer cuándo está estreñido. En ese momento las deposiciones se vuelven duras y secas, escasas y difíciles de realizar. Esas premisas resultan definitivas para establecer un diagnóstico rápido y que sólo en ocasiones precisa de tratamiento especializado.
Sin embargo y tal vez precisamente por ello, detectarlo en el bebé a veces nos induce a confusiones y ello porque establecer el grado de severidad de estos síntomas en niños preverbales resulta difícil.
Lo primero que debemos tener claro es que el estreñimiento del lactante, durante sus primeros meses de vida, puede ser bastante frecuente y ello debido, principalmente, a un control de los esfínteres que aún está lejos de ser alcanzado y a un sistema digestivo que recién empieza a madurar.
Todo ello hace que la coordinación intestinal necesaria para defecar, tanto con respecto a los movimientos del intestino como la relajación del esfínter, resulte problemática para nuestro hijo y sobre todo para aquellos que se alimentan con biberón. De hecho, las crisis de estreñimiento pueden ser más agudas en el momento en que se pasa de la leche materna al “bibe”, cuando se cambia de marca de leche y al empezar la fase de alimentación complementaria.
En lo que coinciden todos los especialistas es en la necesidad de atajar el problema lo antes posible, a fin de que el estreñimiento no llegue a convertirse en un problema crónico para nuestro bebé. Por ello debemos tener en cuenta algunas cosillas que ayudarán al lactante a superar esta etapa.
Lo primero que debemos tener en cuenta es la cantidad de alimento que ingiere el niño. Al principio los lactantes realizarán una deposición con cada comida y con el paso del tiempo tenderán a realizar tres deposiciones diarias. No debemos olvidar que si el niño come menos sus deposiciones también serán más escasas.
Por otro lado debemos seguir al pie de la letra las instrucciones de los envases de leche y administrar las dosis adecuadas de polvo lácteo o de lo contrario, los efectos astringentes del producto podrían ser mayores, al margen de otros problemas que podrían sobrevenirles al niño. Es bueno recordar que en las farmacias existen leches contra el estreñimiento, sin embargo no estaría de más que primero se consultara la conveniencia de su uso con el pediatra.
Debemos hacer hincapié en que no se intente estimular al niño introduciendo objetos en el ano, como la punta de un termómetro, la cabeza de una cerilla o incluso los rabitos de ciertas plantas. Al margen de no servir para nada, podrían causar graves lesiones.
Por último, recordar que los masajes abdominales beneficiarán al sistema gastrointestinal del lactante y le ayudarán a que pueda regular sus deposiciones.