Parece que todo va a acabar cuando por fin llega el día en el que la mujer se pone de parto y da a luz a su bebé. En ese momento en el que ya puede cogerlo y su cuerpo vuelve poco a poco a su estado normal, se cree que ya se acabaron todos los problemas y molestias. Y en cierta medida es así, las incomodidades del parto irán desapareciendo (recalcamos que esto irá despacio), pero… es casi inevitable que otras aparezcan en ese primer periodo de posparto.
Algunos ejemplos (en el caso de que el parto sea vaginal), que dependerá de cada mujer y de cómo se desarrollara el parto, podrán ser:
– Los loquios (grandes pérdidas de sangre, en casos abundantes y en forma de coágulos, que suelen durar alrededor de una semana).
– Los entuertos (calambres en el abdomen que se producen cuando el útero comienza a volver a su estado natural).
– Dolor en la zona perineal, sobre todo en el caso de que a la mujer se le hayan dado puntos
– Dificultad a la hora de ir al baño (ya sea por estreñimiento o por tener problemas para orinar).
– Cansancio que llega a puntos extremos.
– Molestias e incluso algo de congestión en los pechos, producido por la subida de la leche. A esto hay que sumarle, que durante los primeros días podrán aparecer grietas en los pezones, y como consecuencia dolor en los mismos.
– Aquellas que hayan acumulado líquidos durante el embarazo, podrán tener que enfrentarse a una sudoración fuerte (una forma que tiene el organismo de expulsarlo).
A todo esto también hay que añadirle el factor psicológico, como puede ser el hecho de sentir miedo, preocupación, e impotencia por tener en sus manos una nueva vida y no saber muy bien cómo actuar con el bebé.