En muchas ocasiones, conseguir que el bebé deje llorar y que salga de ese estado de inquietud en el que a veces entra (por ejemplo cuando tiene sueño y no es capaz de dormir) resulta una tarea muy difícil. Además, si a su intranquilidad, le unimos el nerviosismo que les entra a los padres a medida que pasa el tiempo sin conseguir que ese estado finalice, se llega a un punto de frustración en el que se llega a pensar que no existe solución alguna.
Pero como en todo, que los padres se pongan nerviosos no soluciona nada, al contrario, puede llegar a empeorar el momento. Lo mejor siempre es tomarse la situación con calma y ofrecer al niño todo el cariño y comprensión. Una buena forma de conseguir que los bebés se relajen es a través de los masajes, los cuales no solo llegarán a calmarnos, sino que en ocasiones terminarán por llevar al sueño al pequeño, y además de todo esto, también con ellos, se conseguirá crear un vínculo entre los padres y el hijo que estrechará las relaciones entre ellos.
Los masajes se pueden dar en diferentes partes del cuerpo, en las piernas y pies, en el abdomen (alrededor del ombligo y en el sentido de las agujas del reloj), en el tórax (comenzando en los muslos y avanzando hacia arriba), en la cara (acariciando la frente desde el centro hacia las sienes y alrededor de los ojos haciendo círculos), o en la espalda mientras permanece boca abajo (arrastrando las mando hacia adelante y atrás sin llegar a levantar las manos de su piel). Dependiendo de cada niño y situación, los masajes funcionarán mejor en unos sitios que otros, por ello lo mejor es ir probando cada propuesta hasta dar con “el punto débil” del más pequeño.