Oír a los padres decir esto de “Mi hijo se muerde las uñas” es algo muy frecuente que les llega a preocupar en gran medida. Cuando se da esta situación, también es algo normal proceder a decirle al niño que se eso no se hace, pero ¿es esto eficaz?
Realmente ante esos casos no resulta nada beneficioso ni reñirle ni decirle que no lo haga, ya que cuando el niño se muerde las uñas lo hace por regla general por algún motivo, como por nerviosismo, por cansancio, por inseguridad, etcétera, y por tanto, si se actúa de esa forma lo único que se provoca en él es un mayor estado de ansiedad e incomodidad.
La paciencia, la comprensión, y el diálogo, son una vez más los factores que más van a ayudar en las situaciones problemáticas como es el caso de morderse las uñas. Contraproducentes son las técnicas que se utilizaban antiguamente, como sujetar las manos del niño a la espalda, echarle productos que sepan mal en las uñas, pegarle en las manos, avergonzarlo delante de la gente, y otros tantos “remedios caseros” que se han llegado a utilizar.
Llevar una vida ordenada, ayuda a quitar estos hábitos, así como premiarle por cada uña que no se muerda, o entretenerle con algo cuando se le note nervioso, y sobre todo felicitarle de forma efusiva cuando consiga no morderse las uñas durante un día.
Hay niños que es más fácil que terminen por hacer esto que otros, por ejemplo los tímidos e introvertidos a los que les supone un mayor esfuerzo el hecho de hablar y comunicarse con los demás. También los excesivamente nerviosos que constantemente sienten la necesidad de hacer algo, y los hipersensibles que a menudo sienten ansiedad ante diferentes situaciones que se les escapan de las manos.