Ya sabemos que la salud es uno de las principales cosas a vigilar durante el período de gestación. Durante estos meses el cuerpo de la mamá se somete a circunstancias muy excepcionales que pueden provocar algunos “fallos” que, de no solucionar a tiempo, podrían acarrear consecuencias más severas.
Hablamos hoy de la Colestasis Intrahepática del embarazo, una dolencia que puede afectar a la mujer gestante en el último período de su embarazo. Generalmente sus efectos aparecen al término del segundo trimestre o principio del tercero y se agudizan hacia el final de la gestación.
Los síntomas son bastante identificables – sobre todo prurito y fuerte comezón en manos y pies– y rara vez comporta consecuencias graves para la madre, aunque sí que puede dañar seriamente al feto. Pero veamos por qué ocurren estos problemas hepáticos.
Lo cierto es que la causa de la colestasis de gestación no está muy clara, aunque existen muchísimas evidencias que la relacionan con los niveles de estrógeno. Durante el padecimiento el funcionamiento hepático se trastoca y se producen anomalías en el flujo de bilis (necesaria para digerir y absorber la grasa), provocando una elevada concentración de ácidos biliares en la sangre materna.
Esa es la causa del picor que, además, puede ir acompañado de otros síntomas como orina de color oscuro, heces blanquecinas y, en casos muy contados, ictericia.
El problema se resuelve espontáneamente para la madre y a los pocos días de finalizar la gestación. Sin embargo, para el bebé se pueden complicar las cosas. Aumenta el índice de probabilidades de nacimiento prematuro; la posibilidad de inhalar meconio y provocar dificultades respiratorias; y riesgo de muerte fetal por embarazo tardío.
Por todas estas posibles consecuencias, lo mejor es alertar al especialista si se notaran algunos de los síntomas descritos, para que el facultativo pueda actuar y prevenir lo antes posible.