Un buen día es posible que sin previo aviso, el niño decida invitar a comer a casa a un amigo de dudosa identidad, nos referimos a esos compañeros que no se pueden ver y que son conocidos como amigos imaginarios.
Es habitual que los más pequeños hablen, duerman, e incluso le guarden un sitio en la mesa al nuevo amigo, que podrá ser cualquier ser fruto de su imaginación, un animal, u otro niño como él. No hay que dar mayor importancia a ese hecho, ni mucho menos pensar que por ello el niño sufre algún desajuste emocional, esto no será más que una etapa, y el amigo imaginario desaparecerá cualquier día de la misma forma que entró a formar parte de la vida de la familia.
No ocurre nada por seguirle al juego al niño, por lo tanto habrá que hacerle un hueco en la vida diaria, así como en el sofá, esperar a que el amiguito haga pis antes de salir, e incluso charlar con él utilizando de intermediario al niño. Precisamente en esas charlas, se pueden deducir las inquietudes del hijo, puesto que el amigo imaginario no es más que una parte del pequeño, de manera que si él tiene cualquier problema, es muy probable que su extraño amigo también lo tenga y se lo podamos sonsacar hablando.
¡Ojo! siempre que los padres interactúen con el amigo imaginario, se hará, como decíamos, siempre a través del niño, se debe tener en cuenta que está ahí, pero no fingir que se le ve ni que se puede hablar con él, el niño comprende que es algo que solo ve él y que es suyo, de manera que no lo confundiremos haciéndole creer que los padres también lo ven. Por otro lado, jamás lo dejaremos en evidencia delante de otras personas, riéndonos o diciendo cualquier cosa negativa de su nueva costumbre de hablar con alguien invisible, puesto que sería como reírse del propio niño.