Al dejar el biberón le protegemos contra la caries. La leche de fórmula, los zumos, etc., tienen azúcares y los dientes de los pequeños se deterioran si se exponen continuadamente a estos líquidos durante un largo rato. Por eso, si el pequeño está acostumbrado a quedarse dormido con el bibe en la boca, ha llegado el momento de dejarlo. Si le cuesta, deberemos probar otras fórmulas. Y nunca, nunca, hay que impregnar la tetina con miel o azúcar.
Pero es no es todo. Aunque no es lo más habitual, los pediatras advierten de que los niños que continúan con el biberón pueden tener algún déficit nutritivo, aunque nunca grave. La razón es que los pequeños, con el biberón, pueden tomar más cantidad de leche de la que necesitan. Cuando llega la hora de comer otros alimentos, los rechazan porque están llenos.
¿Cómo quitarlo? ¿De un día para otro? En absoluto. Para algunos niños el biberón es importantísimo: les reconforta como un chupete y les hace sentirse seguros y protegidos. Además, también puede ser un compañero de juegos: mordisquean la tetina, lo agitan, lo hacen rodar… y algunos llegan incluso a abrazarlo para dormir.
En definitiva, ¿cómo le vamos a arrebatar semejante tesoro de la noche a la mañana? Estas son las pautas que hay que seguir para que dejar el biberón no se convierta en una misión imposible.
- Cuanto antes. Lo ideal es empezar el proceso antes de que cumpla el año. No pasa nada por retrasarlo un poco, pero no debería pasar más allá de los trece meses sin probar las maravillas de la taza.
- Poco a poco. Le podemos ir dando vasos y tazas desde los siete meses y combinarlos con los biberones. Después, quitamos el biberón del mediodía, luego el de la tarde, más adelante el de la noche… Los primeros vasos pueden estar incluso vacíos. Se trata de que el niño investigue, de que se familiarice con la taza y los cubiertos.
- Sin presión. No podemos esperar que beba de la taza sin derramar ni una gota, ni que maneje la cuchara como si fuera un entrenado comensal. No pasa nada porque la primera vez que le demos algo en vaso lo escupa. No está acostumbrado, eso es todo.
- Divertido. Para ellos, la vida es un juego. Así que dejar el biberón también puede (y debe) serlo. Jugar a hacer como que bebemos, dándonos muchísima importancia y saboreando el contenido imaginario le hará morirse de risa.
- Con su consentimiento. Comprarle una taza divertida, de su gusto, con dibujitos de muchos colores puede motivarle. También le suele gustar tener los mismos cubiertos que su hermano mayor, por ejemplo.