A veces el niño pide algo de comer antes de acostarse, aunque haya cenado bien. Ocasionalmente podemos darle un vaso de leche o una galleta, pero si la situación se repite a menudo, habrá que plantearse retrasar un poco la hora de la cena.
En cambio, si apenas cena, hay que preguntarse por qué motivo pide comida justo al irse a dormir. Puede haber al menos un par de razones:
- No ha comido lo suficiente durante el día.
- Está tratando de retrasar la hora de acostarse.
La segunda posibilidad es habitual cuando los padres dan excesiva importancia a la comida, y responden a las necesidades del niño ofreciéndole alimentos. Él lo sabe y por eso cuando necesita compañía o desea jugar o no quiere acostarse… pide comida.
En este punto seguro que os estaréis preguntando qué hacer para romper ese hábito poco saludable. Pues bien, a la hora de cenar expliquémosle que debe comer mucho, porque no tomará nada más hasta mañana. Si no quiere, permitámosle irse a la cama con hambre.
Aunque sea duro para nosotros, con esa postura le ayudaremos a aprender que las decisiones tienen consecuencias. Lo único que pasará con respecto a su alimentación es que al día siguiente devorará su desayuno.
Y hablando de alimentación, hay que tener en cuenta que una vez que nuestro pequeño ingiere sólidos podemos ofrecerle comida como la de los mayores. Es decir, puede tomar la carne en trocitos muy pequeños y el pescado desmenuzado sin espinas.
Sí, podemos servirle platos combinados, esto es, un primero y un segundo a la vez. Por ejemplo: una hojita de lechuga aliñada, una cucharada de arroz blanco y unos trocitos de tortilla francesa.
Por el contrario, no hay que enfadarse con él si no tiene hambre. El amor de mamá, papá o la abuela, no puede estar condicionado por la cantidad de comida que el niño tome.
No sirven los chantajes para hacerle comer más. El niño tiene una capacidad natural para regularse. Y si en una comida ha tomado poca cantidad, lo compensará en alguna de las siguientes.
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