El baño es una de esas maravillosas rutinas que les puede encantar… u horrorizar. Dependerá mucho de cómo lo enfoquemos y el tiempo y el protagonismo que les concedamos. Si vamos con prisas o gritos no será el mejor momento.
A algunos niños no les gusta bañarse, y la clave para cambiar esto es detectar cuál es su problema. Paula, por ejemplo, tiene pánico a que le entre jabón en los ojos, así que ahora acepta lavarse la cabeza siempre que tener su camiseta arrugadita sobre los ojos. No le hace nada, pero ella se siente segura y ya no se resiste.
A muchos niños les da pánico que les entre jabón en los ojos… Hay que encontrar una solución. ¡Seguro que es más sencilla que luchar todos los días a brazo partido para meterlo en la bañera! También podemos ponerle una visera o unas gafas de playa o cualquier cosa que le ayude a sentirse seguro.
Hacerle partícipe de su baño desde el principio hasta el fin también es importante para ellos. Por ejemplo, aunque aún no podemos dejarlo solo en la bañera ni será capaz de lavarse todo el cuerpo, sí puede enjabonarse casi todo el cuerpo solito, con sus manos o con una suave y jabonosa esponja con la que ‘pintarse’ el cuerpo de espuma.
Algunos niños y niñas necesitan lavar primero a sus muñecos, y nos tomaremos el tiempo necesario para ello. Le ayudaremos a lavar las zonas a las que él no llegue (la espalda, sobre todo), e incorporaremos sus juguetes al baño si esto lo hace más atractivo para él.
Y el baño no termina una vez que se haya secado (algo para lo que tendremos que echar una mano). Ya puede y debe coger su ropa y llevarla a la lavadora. Da igual que la arrastre o vaya dejando prendas en el trayecto. Lo que pretendemos es que empiece a hacerse responsable también de sus cosas.