Ya no son los mitos de las abuelas los que circulan entre nosotros respecto a la salud infantil. Son mitos nuevos, algunos aparentemente científicos, que corren de boca en boca: hay que bajar la fiebre; la tos y los mocos son malos; hay que cortar la diarrea; las convulsiones son síntoma de epilepsia…
Todos ellos tienen un denominados común: el temor generalizado a las reacciones de nuestro cuerpo, sobre todo a aquellas con las que hace frente a los virus y a las bacterias. Sin embargo, no hemos de tenerles miedo; la mayoría de estas reacciones, aunque molestas, son nuestras aliadas. Luchan contra los microorganismos que invaden nuestro cuerpo y, normalmente, no hemos de combatirlas a ellas (que juegan a nuestro favor), sino a la enfermedad que las produce.
Entender lo que cada síntoma hace por nosotros ayudará a no temerlos y a desterrar esos mitos que alimentan los miedos. Analicemos la verdad sobre estos síntomas.
Se debe eliminar la tos porque es molesta y no sirve para nada
Es cierto que la tos es molesta, pero sí tiene una función muy importante en el cuerpo: limpiar las vías aéreas cuando hay secreciones (o cuerpos extraños) en ellas.
Las mucosidades atrapan los gérmenes que penetran en las vías respiratorias. Pero estas deben estar despejadas, por lo tanto, cuando hay mucosidades los pulmones envían una señal al cerebro para que se active el centro de a tos. Esta ayuda a despegar las secreciones y expulsarlas fuera evita muchas enfermedades más gaves.
Los jarabes contra la tos inhiben la orden del cerebro de toser, pero no hacen nada respecto al moco que hay en las vias aéreas, es decir: nuestr hijo dejade toser, pero el moco con gérmenes patógenos se queda dentro, esperando el estímulo necesario para salir fuera.
A veces se recomienda dar el antitusígeno solo por la noche, para que el pequeño pueda dormir de un tirón. El problema es que la actividad bronquial tiene su máximo apogeo entre las 3 y las 5 de la madrugada, por eso es por la noche cuando se dan los ataques de tos.
Pocas veces se debe dar el jarabe antitusígeno. Por supuesto, hay casos en los que es más que necesario. Por ejemplo, en enfermedades como la tos ferina, que afecta directamente al centro de la tos. En la tos ferina se tose, pero no hay mocos que expulsar. Esta infección produce una tos seca, de tipo nervioso, debido a que el centro de la tos se ha visto afectado, en este caso sí estaría justificado el jarabe.
Frente a la tos lo más adecuado es tratar la causa: si se debe a un cierre bronquial (como es el caso del asma), no hay que inhibir la tos sino abrir los bronquios; si se debe a un cuerpo extraño, eliminar el cuerpo extraño; si es por catarro, se quitará sola cuando el niño se cure y desaparezcan las secreciones de las vías respiratorias.