Es habitual que los días siguientes al nacimiento del bebé éste tenga algo de pérdida en su peso inicial. Este hecho no debe preocupar a los padres ya que es algo totalmente normal, pudiendo ser de hasta un 10% esa disminución durante la primera etapa de su vida fuera del cuerpo de la madre.
Una buena alimentación ayudará a que coja de nuevo el peso que tenía y a su vez comience a crecer y a engordar fuera. En el caso de ofrecerle una lactancia materna es normal que ese peso aumente más despacio que si se le ofrece el biberón, pero siempre se recomienda la primera opción por todos los beneficios que ésta supone para el recién nacido, aunque por ello no engorde tan rápidamente (cosa que por otro lado no es necesaria).
Sí será necesario que mientras el bebé succiona del pecho materno se vigilen ciertos puntos para que la madre se asegure que las tomas se hacen de forma correcta y por tanto, que su alimentación es suficiente. Por ejemplo, habrá que vigilar que mientras el pequeño está mamando, su boca cubre toda la aureola del pezón y no se agarra tan solo a éste, cosa contraproducente, ya que por un lado no se alimentaria correctamente y por otro podría ocasionar daños en el pezón.
Por otro lado el bebé deberá abrir la boca de manera que quede su labio inferior ligeramente doblado hacia fuera. Otra cosa a tener en cuenta es que mientras succiona del pecho, esto deberá oírse, es decir la madre deberá escuchar que el bebé está tragando. Y para terminar habrá que vigilar es estado del pezón tras la toma, si éste queda aplastado es señal de que el bebé no ha estado succionando de forma correcta, ya que para que así sea, deberá tener una forma redondeada y volver a su estado natural en poco tiempo.