La hora del recreo establece un respiro para que nuestros hijos descansen y tomen fuerzas de cara a la segunda parte de la jornada escolar. Es un momento importante para el equilibrio de los chicos, tanto a nivel físico como mental, porque supone romper con la dinámica de concentración y esfuerzo intelectual del inicio de la mañana y recargar pilas para poder continuar más frescos y con ganas hasta la hora de salir del cole.
Por supuesto, entre que los escolares realizaron su desayuno y la hora del almuerzo, el “aperitivo” del recreo supone un aporte que también ayude a completar su dieta y a reforzar las energías para concluir la jornada. Fueron muchos los años en los que el recreo era el momento de comer un bocadillo. No obstante, los nuevos tiempos y la fabricación de dulces, snacks y chucherías en masa dio paso al conocidísimo bollo, que se convirtió en la estrella de la mañana.
Hoy hemos conseguido aprender la lección y sabemos que la alimentación de nuestros hijos debe ocupar un lugar preferente en nuestras tareas de atención, vigilancia, educación y cuidado como padres y tutores. La ola de obesidad infantil nos ha hecho tomar conciencia, más que nunca, de la importancia de una alimentación sana y equilibrada.
Por supuesto, lo que nuestros hijos van a comer en el recreo no se libra de la necesidad de cumplir todas esas reglas que protegerán la salud de los niños y jóvenes estudiantes.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que el recreo no es el momento de realizar una comida. Los chicos han debido llegar de casa, dispuestos a encarar su jornada escolar, tras haber realizado un desayuno completo y bien equilibrado, suficiente para estimular sus capacidades energéticas e intelectuales.
Igualmente, cuando nuestros hijos terminen su jornada, volverán a casa y deberán disfrutar de un almuerzo igual de sano, equilibrado y nutritivo. El recreo se plantea entonces como una pausa para tomar un pequeño bocado que les permita llegar al almuerzo, pero sin perder el apetito ni atiborrarles de comida basura.
Hemos de saber que si el niño come demasiado en este momento del día, lo más natural será que se sienta pesado al volver a clase y con sueño, con lo que su atención y concentración se verán seriamente afectadas. Además es bueno que sepamos los alimentos que no resultan sanos para ese momento del día y evitarlos, sin más rodeos: zumos, batidos y refrescos con azúcares (dañan los dientes, producen caries y aumentan el riesgo de padecer obesidad); bollería industrial, chocolatinas y chucherías; snacks (las típicas bolsas de patatas fritas o palomitas); bocadillos grandes y con materias grasas.
¿Qué es lo mejor entonces para comer en el recreo? Tendremos en cuenta la edad de los escolares y a los menores de 3 años le proporcionaremos alimentos que les proporcionen esa energía y que sean fáciles de masticar: un quesito en porciones, queso fresco, yogurt, jamón york, trocitos de fruta…
Para los mayores de esa edad podría ser muy adecuado el suministrarles una pieza de fruta, yogurt, vegetales (zanahorias, tomatitos cherry…), un bocadillo de queso o embutido no graso. Por cierto, tened en cuenta que las raciones deben ser pequeñas, tipo “tapas” y que no deben sustituir al almuerzo.