De todas es conocida la faceta “picassiana” por la que suelen atravesar todos nuestros hijos. Da igual qué hagamos para remediarlo, tarde o temprano la impronta del genio que llevan dentro quedará plasmada en algún lugar “importante”: La carísima cortina veneciana, el impoluto sofá de diseño, la puerta del frigorífico panelado, la alfombra de nudos árabes, aquel mantel tan horroroso que nos regaló la tía de mi marido… Hay que reconocer que a veces nos hacen un buen apaño.
Además esas adorables fierecillas suelen sentir verdadera predilección por las maravillosas paredes de nuestro hogar. Un rotulador, un lápiz, un bolígrafo, la témpera… Todo vale para que la creatividad se desborde y los muros de nuestro hogar pasen a formar parte de los pasillos de la Tate Modern.
La verdad es que, a pesar de todo, nunca estuve convencida de que sofocar y reprimir esa pasión desbordada y ese talento artístico innato sea una buena opción, pero tampoco estoy por la labor de hacer de mi cuarto de baño la fantasía de mi pequeño Joan Miró.
La solución viene de la mano de las últimas técnicas decorativas que han permitido la entrada en las casas de un material duro, resistente, combinable, fácilmente lavable y de toda la vida: la pizarra.
Así es. ¿Os acordáis de aquellas lejanas tardes otoñales en las que nos pasábamos horas ante el encerado, copiando cien veces “no volveré a hablar en clase de mates”? Atrás quedó el colegio y los castigos a lo Bart Simpson, pero este magnífico material nos va a solucionar muchos quebraderos y encima hace bonito.
Tanto en forma de pizarra tradicional, como paneles que se atornillan o pegan a las paredes, como vinilos decorativos o en plan “baño de pintura de pizarra todo el testero”, lo cierto es que zócalos y muros pueden lucir un aspecto renovado, sufrido y que permitirá a nuestros pequeños poseer un espacio personal en el que puedan dar rienda suelta a su versatilidad.
Ah y puedes integrarlo en la decoración de cualquier rincón de casa, desde la habitación del peque hasta el mismísimo salón o la cocina. Las alternativas son innumerables y muy molonas.