La experiencia de pasar por los nueve meses de embarazo es algo irrepetible, cada embarazo es único, y diferente a los que otras gestantes puedan sentir e incluso a lo que una misma mujer sintió con el primero. Por tanto, el segundo embarazo en más de un aspecto será distinto al anterior, por diferentes motivos. De entrada, por regla general, se vivirá de forma más tranquila, ya que al haber tenido una experiencia previa, la mujer sabrá de antemano qué va a ocurrir. Esto será así, siempre y cuando la primera vez todo fuera bien, ya que en caso contrario, sería normal vivirlo con el miedo a que pueda volver a repetirse la situación. Pero como decíamos, cada embarazo es diferente, y por tanto, si en el primero hubo complicaciones, no tiene esto que volver a repetirse por segunda vez.
En el segundo embarazo, el cuerpo de la mujer aún conserva “recuerdos” del primero, y sus tejidos son más elásticos, el cuello del útero es más blando, y a la hora del parto los tiempos son más cortos (por regla general, aunque no necesariamente siempre sea así).
La mujer temerá menos y sentirá menos nervios al pensar qué hará cuando se encuentre sola en casa con su bebé recién llegado. Esto es lógico, al haber previamente pasado por ello y saber ya controlar cada nueva situación del niño. Esta tranquilidad ayudará a superar barreras, puesto que ese estado se le transmite el niño, creando un mejor y adecuado ambiente para todos.
Obviamente, quedarse de nuevo embaraza traerá otros “peros”, sobre todo dependiendo de la edad que tenga el primer hijo. Tener que estar pendiente de dos niños no es tan fácil, habrá que dividirse para atender a ambos. Además, probablemente con la llegada de un hermano, el primer hijo tenderá a reclamar más la atención de los padres, por lo que habrá que armarse de paciencia y combatir los tan habituales celos.