Un embarazo gemelar se considera de riesgo, pero eso no quiere decir que sea peligroso. Se puede hacer vida normal, aunque hay que cuidarse más y se hacen más controles.
Los controles son los mismos que en un embarazo normal, pero se realizan con más frecuencia. Se hacen revisiones cada tres semanas y en el último trimestre pueden ser quincenales o semanales, porque en esta etapa pueden surgir mayores complicaciones. Se hacen más ecografías y se vigila más la tensión arterial y la glucosa, ya que la mujer tiene más riesgo de padecer diabetes gestacional, anemia, hipertensión o retención de líquidos. Si los bebés comparten bolsa y placenta, la vigilancia es más exhaustiva.
Cuando crecen independientes (cada uno en su bolsa y su placenta) llevan el mismo desarrollo que si fuera uno solo, pero al final suelen pesar algo menos (en torno a los dos kilos y medio). Hacia la segunda mitad del embarazo pueden empezar a notarse diferencias en su crecimiento. Cuando comparten placenta hay más riesgo de que sufran un crecimiento intrauterino retardado.
La dieta debe ser muy estricta para que el aumento de peso sea el adecuado (no conviene superar los 14 kilos). El exceso de grasas puede provocar hipertensión y también hay mayor riesgo de diabetes gestacional, sobre todo si se precisa cortisona para acelerar la maduración de los pulmones de los fetos en caso de que sea necesario adelantar el parto, ya que ese fármaco aumenta los niveles de azúcar en la sangre.
El parto normalmente se adelanta y se produce antes de la semana 37ª, debido a la enorme distensión del útero, lo que facilita que se desencadenen las contracciones antes de tiempo. Cuando los bebés están colocados en posición cefálica el parto será vaginal, pero cuando no lo están o solamente está colocado de cabeza uno de ellos, se suele programar una cesárea para evitar complicaciones durante el parto.
En algunas ocasiones pueden aparecer contracciones más o menos hacia la mitad del embarazo y, entonces, es necesario administrar un fármaco útero-paralizante para detenerlas. Cuando el tocólogo considera que el nacimiento tiene que producirse antes de las semana 34ª por el bien de los bebés, se les administran corticoides para madurar sus pulmones y se programa una cesárea.