La introducción de nuevos alimentos en la alimentación de los bebés, es algo que se hará de forma paulatina, no hay prisa, lo más importante (además de asegurarse que el pequeño tolera cada uno de ellos) es que poco a poco se vaya acostumbrando a los nuevos sabores y texturas.
Durante los primeros 4 meses, lo único que tomará el bebé será leche, ya sea la materna o las artificiales. Y será a partir de los 4 (esta puede variar dependiendo de cada pediatra, ya que algunos aconsejan hacerlo tanto al cuarto mes, como al quinto o al sexto) cuando se incluirá en su dieta los cereales sin gluten (a partir del octavo mes se podrá comenzar a dar con gluten). También a los 4 meses se comenzarán a introducir purés de fruta como pueden ser de pera, uva, ciruela, naranja, o manzana.
Las verduras se comenzarán a dar a partir de los 6 meses (evitando aquellas que son altas en nitritos como la remolacha, espinacas, nabos y zanahorias) como acelgas, judías verdes, calabacines, patatas, etcétera.
Las carnes poco grasas (primeramente empezando por el pollo, y continuando por el cordero o la ternera) también se podrán ofrecer al sexto mes. Hay que evitar siempre las vísceras, que no aportan nada a su alimentación.
El pescado no se incluirá en su dieta hasta los nueve meses, y se comenzará por aquellos que son más magros.
En el caso del huevo, se comenzará tan solo por la yema (en el noveno mes) que podrá añadirse a los purés cocida de forma progresiva, es decir, que en principio no se le echará entera, sino una tercera parte, al mes se aumentará a media, y entera ya al año.
Las legumbres se añadirán a los purés a los 18 meses, y se recomienda que los bebés las tomen unas dos veces por semana.
Para terminar, hay que destacar que la leche de vaca nunca se dará antes del año.
NOTA: Estos datos son orientativos, cada pediatra sigue sus propias pautas y por tanto habrá siempre que consultar los cambios de alimentación con él antes de tomar una decisión.