Uno de los momentos que más emocionan a los padres, es cuando su bebé lanza al aire su primera palabra, aunque por supuesto existen muchos otros que igualmente son esperados, su primera sonrisa, una mirada tierna, sus primeros pasos, y un largo etcétera.
Las primeras palabras por regla general las comienzan a decir sobre el año o año y medio, pero esto variará de un niño a otro ya que cada uno irá a su propio ritmo. La palabra, es la forma que tienen los seres humanos de comunicarse, pero hasta que ese momento llega, los bebés además se darán a entender de otras formas, haciendo ruiditos, chillando, llorando, así como con gestos. A partir del segundo mes, es cuando, por regla general, comienzan con la fase del balbuceo, que es ese momento en el que ellos empiezan a experimentar hasta donde son capaces de llegar haciendo sonidos.
No será hasta aproximadamente el noveno mes, cuando los bebés comenzarán a unir dos sílabas. El momento más “duro” será el de llegar a decir la primera palabra, tras haber conseguido esa meta, la evolución será mucho más rápida, y la siguiente palabra saldrá de su boca en un tiempo mucho más corto, y la tercera aún menos, así hasta que, casi sin que los padres se den cuenta, el bebé ya habrá conseguido tener un vocabulario básico.
Parece ser que las niñas aprenden antes a hablar que los niños, además también tardan menos en ser capaces de decir las palabras aprendidas de forma fluida.
Para conseguir que los bebés se interesen por aprender a hablar y lo hagan pronto, los padres deberán tomar algunas medidas, como hablarles mucho, cualquier momento será bueno para dedicarles unas palabras e intentar explicarles cosas, ya que aunque parezca que no entienden, queda demostrado que ellos aprenden escuchando. Por otra parte también les motivará a seguir practicando, el hecho de que los padres repitan los sonidos que ellos hacen. Otros factores importantes son: cantarles e intentar acompañar las canciones gesticulando, leerles en voz alta (obviamente libros muy básicos), escucharles mirándoles y tomándose tiempo para ello, e intentar no corregirlos cuando lo que digan no esté bien, sino que en vez de hacer eso, los padres repetirán en voz alta, de forma correcta, lo que el niño ha intentado decir.