Hacer frente a las tareas domésticas es un trabajo añadido a la jornada laboral, con lo cual, los padres descubren que prácticamente, los días se les quedan cortos para poder llegar a todo con tranquilidad. Esta sensación de estrés aumenta en el caso de tener familia ya que en la medida en que el número de hijos aumenta el trabajo también es mayor. Vacía el número de camas, de ropa en la colada, tiempo de plancha, preparación de la comida…
Esta es una de las razones por las que los niños a partir de los seis o siete años están perfectamente capacitados para hacer algunas tareas del hogar, como por ejemplo, hacerse la cama todos los días, poner la mesa, quitar el polvo de su habitación, recoger su ropa en el armario… Es evidente que los niños no harán todas estas labores de una forma perfecta, sin embargo, lo importante es que colaboren. Es decir, su mano se notará mucho y así, en días puntuales será la madre o el padre el que haga una limpieza a fondo en el hogar.
Los niños se estimulan a base de motivación y de premios. Por ello, en caso de que los niños cumplan con su obligación cada día de una forma positiva, entonces, podrán jugar un rato en el ordenador, ver la televisión o leer un cuento. Se trata de actividades que deben disfrutarse de una forma puntual porque así se valoran más. Por tanto, en caso de que el niño no cumpla con sus tareas, ese día, no verá la tele.
Además, se debe iniciar el proceso de ayudar en casa como un juego de trabajo en equipo, es decir, todos, tanto padres como niños deben colaborar en algo. Por otra parte, los padres deben motivar a los peques a través de mensajes como: “Lo has hecho muy bien”, “Ha quedado perfecto“.
Imagen: Crece bebé