Continuamos hoy hablando de algunos de los problemas más frecuentes que puede surgir en los pies de los niños.
Pie aducto. Es una deformidad del pie que se puede ver a simple vista, ya que la parte frontal del mismo aparece doblada hacia dentro del empeine. En un porcentaje muy elevado, esto se corregirá con el tiempo y sin necesidad de realizar ningún tratamiento, y en casos más graves bastará con realizar algunos ejercicios destinados al estiramiento. En el caso de que estos ejercicios no se puedan llegar a realizar por tener los músculos demasiado rígidos, se podría ir un poco más lejos y optar por aplicar una escayola o bien por la cirugía, aunque como decíamos esto ocurrirá en muy pocos casos.
Pie talo o talovalgo. Esta deformidad se caracteriza porque el niño al apoyar el pie en suelo, éste lo hará con tan solo el talón, manteniendo elevado el antepié. También en la mayor parte de los casos esto desaparecerá por sí solo, y en caso de que el bebé cuente con poca flexibilidad en el pie se recomendará realizar algunos ejercicios. Para los casos más complicados, se podría recurrir a utilizar un aparato ortopédico.
Pie zambo. Es cuando el pie se curva hacia dentro y hacia abajo. Una de las causas de esta deformidad puede ser simplemente hereditaria. Se puede dar tanto en uno de los pies como en ambos. Se debe comenzar el tratamiento lo antes posible, y será el especialista el que tras haber diagnosticado el grado de la afección tomará la decisión de cómo hacerlo. Se podrá optar por utilizar una escayola o un aparato ortopédico, para llevar así el pie a la posición adecuada. El proceso puede ser bastante largo.
Pie equino. Esta deformidad se apreciará a simple vista, ya que el niño al plantar el pie sobre una superficie tenderá a estar de puntillas, por lo que apoyará tan solo el antepié y los dedos, y mantendrá el resto elevado. Existen varias causas, y dependiendo de cuál sea en cada caso se procederá a realizar un tratamiento u otro, pudiéndose optar por la cirugía en los casos más graves.