Alrededor de los 6 meses es cuando los bebés comienzan a introducir en su dieta los purés (en ocasiones esto puede ocurrir en el cuarto o quinto mes, esto dependerá del pediatra y de los padres). Ese momento, en el que los padres comienzan a ofrecer ese nuevo elemento que es la cuchara, puede resultar en muchos casos algo desesperante, ya que algo muy habitual es ver cómo los pequeños se dedican constantemente a dar manotazos a la cuchara o bien a cerrar la boca con fuerza para impedir que el extraño elemento se llegue a introducir en su boca.
Como con todo lo relacionado con los temas de los bebés, esto también habrá que tomárselo con tranquilidad y sacar toda la paciencia de la que se disponga. Pero también hay algunas pautas que no estará de más tener en cuenta para que el proceso se pueda llegar a buen fin de forma más fácil, como por ejemplo:
– Dejar los purés sin grumos, intentando que éstos sean homogéneos y de textura fina.
– Evitar ofrecer al niño, las primeras veces, grandes cantidades de comida. Será más efectivo ir introduciendo los purés poco a poco, en pequeñas dosis y de forma progresiva.
– Ofrecer los diferentes alimentos con un margen de tiempo entre ellos, de manera que el bebé pueda ir acostumbrándose a los nuevos sabores.
– No forzar al niño a comer, pero tampoco darse demasiado pronto por vencido. Tampoco habrá que evitar alimentos que en principio parezcan que no les gusten, ya que esto a la larga será contraproducente con el tiempo y los hará caprichosos.
– No ofrecer las papillas a través del biberón sino hacerlo con la cuchara, ya que será la única forma de que se termine de acostumbrar a la cuchara.
– Y sobre todo, no desesperar y evitar las regañinas en la mesa, puesto que lo único que se conseguirá con ello es que el niño se tome el momento de las comidas como algo desagradable.