Pruebas de ‘Screening’. En estas pruebas no hay riesgo de que se pueda perder el embarazo: todas ellas se pueden aplicar a todas las embarazadas y permiten seleccionar a las que tienen mayor riesgo de malformaciones, para después ofrecerles las pruebas más fiables.
Las pruebas de Screening incluyen los siguientes factores y datos de la madre y el feto: edad maternal, traslucencia nucal, analítica del 1º trimestre, triple screening en sangre del 2º trimestre, ecografía de las 20 semanas, ecografía del hueso nasal y el doppler del ductus venoso. Con ellas se sabe si hay algún riesgo de malformaciones en el feto.
Ecografía tridimensional. Permite diagnosticar con mayor certeza algunas malformaciones como, por ejemplo, el labio leporino. Sin embargo, todavía no está claro si podría sustituir a la ecografía tradicional. Es complicada de manejar, cara y solo está disponible en algunos centros. Gracias a su precisión los padres pueden obtener fotos más reales de su futuro bebé.
Doppler fetal. Mediante una ecografía se mide la velocidad y resistencia de la circulación de la sangre en los vasos del cordón umbilical y del feto, con lo que se puede valorar si recibe un adecuado aporte de oxígeno y nutrientes en caso de retraso de crecimiento, diabetes materna, hipertensión, preeclampsia o problemas placentarios. Esta prueba se realiza en el tercer trimestre de embarazo, cuando el feto ya se encuentra en condiciones de sobrevivir fuera del útero.
Ecocardiografía fetal. Se realiza a las 26 semanas de gestación, cuando se sospecha que el feto puede padecer una cardiopatía. También se lleva a cabo si el feto presentaba en el primer trimestre de embarazo un edema detrás de la nuca. Es una prueba que permite asegurar con bastante precisión si la forma y el funcionamiento del corazón son normales.