El especialista que trata la patología revisa el tratamiento y las condiciones necesarias para el embarazo. También hace un seguimiento en colaboración con el ginecólogo y si es necesario, interviene en caso de que haya alguna complicación.
Epilepsia
No es posible prescindir de la medicación, ya que, si esta se suprime, la aparición de una crisis epiléptica puede acarrear más problemas para el feto que los efectos del fármaco que se toma. Se estima que aproximadamente el 95% de las mujeres epilépticas tienen embarazos normales, y también se ha demostrado que la gestación no agrava la enfermedad. Antes de quedarse embarazada, el neurólogo debe preparar a la paciente para adaptarla a la mínima medicación y buscar la más indicada durante el embarazo.
Asma
Un tercio de las mujeres que la sufren empeoran durante el embarazo. Por eso, no se debe suprimir el tratamiento, aunque sí adaptarlo, algo de lo que se encarga el neumólogo. En el parto, el equipo de obstetricia supervisa que la madre recibe la correcta oxigenación.
Cardiopatías
Excepto en los casos más graves, las pacientes con algún trastorno cardíaco pueden tener un embarazo y parto normales, siempre y cuando lleven un estricto control y seguimiento médico. Las visitas al especialista son frecuentes y el control obstétrico muy intenso.
Alteraciones del tiroides
En endocrino debe ajustar al máximo la dosis del tratamiento antes del embarazo vigilar periódicamente los niveles de esta hormona porque la gestación puede hacer que la glándula tiroides funcione más deprisa y producir un ligero hipertiroidismo (exceso de hormona tiroidea), más acusado cuando ya existían problemas previamente. En una mujer embarazada el hipotiroidismo se puede controlar con hormonas tiroideas y el hipertiroidismo con fármacos antitiroides. Sin embargo, está contraindicado el yodo radioactivo, un tratamiento habitual de estas alteraciones.
Depresión
El mantenimiento o no de la medicación si la mujer sufre depresión depende de hasta qué punto el estado psicológico se puede resentir al suprimirla. En los casos más serios muchos especialistas optan por mantener el tratamiento extremando la vigilancia ecográfica del corazón del feto.