La tensión alta (por encima de 140 mm Hg y de 90 mm Hg) puede ser crónica o aparecer en el transcurso de la gestación.
Posibles problemas de estar embarazada y con hipertensión. Si no se trata puede producir insuficiencia renal en la madre e interferir en el aporte de sustancias nutritivas y oxígeno al feto. También puede ser un signo temprano de preeclampsia, un mal funcionamiento de la placenta que puede afectar negativamente al desarrollo del feto.
¿Cómo se controla? La hipertensión puntual se puede mantener a raya simplemente con una dieta equilibrada y algo de ejercicio.
En la hipertensión crónica, lo habitual es que se suspenda la medicación (o se cambie por otra opción mas segura), ya que muchos antihipertensivos pueden ser peligrosos para el feto. A veces es necesario guardar reposo.
¿Qué pruebas se precisan? Se lleva un seguimiento constante de los niveles de tensión de la futura madre. En caso de que se eleven en exceso, puede ser necesaria su hospitalización.
¿Cómo afecta al parto? En la hipertensión crónica a veces es necesario provocar el parto en la semana 37-38ª, en el caso de que el feto esté totalmente formado.
La presencia de niveles elevados de glucosa en la sangre puede ser una alteración crónica o desencadenarse a lo largo del embarazo (en este caso se llama diabetes gestacional).
Posibles problemas de estar embarazada y con diabetes. Aumento de peso por encima de lo esperado, tensión arterial elevada y trastornos renales en la madre y alteraciones metabólicas en el niño. En la diabetes crónica mal controlada hay más riesgo de alteraciones cromosómicas en el feto.
¿Cómo se controla? Con una dieta rigurosa, limitando el consumo de los azúcares. También es importante controlar el aumento de peso de la gestante. En algunos casos la madre se tiene que inyectar insulina.
¿Qué pruebas se precisan? Más controles metabólicos y análisis de sangre para determinar los niveles de azúcar.