A partir de la semana 26 el feto podría sobrevivir con ayuda fuera de la madre. Pasadas las semanas 34-36 ha alcanzado una maduración casi completa: si se adelantar el parto, probablemente saldría adelante sin problemas ni necesidad de tecnología.
El espacio del que dispone es cada vez más estrecho. Pasa la mayor parte del día durmiendo, alternando un sueño tranquilo, en el que apenas se mueve, con un sueño activo, en el que se puede apreciar que alcanza la fase REM, de sueño profundo. Está despierto entre un 5 y un 10% del día, tiempo en el que se muestra enérgico y reivindica su espacio. A medida que se acerca el final del embarazo empieza a pasar aún más tiempo despierto.
Pero la gran noticia es el crecimiento de su cerebro. Entre las semanas 26ª y 32ª sus circuitos neuronales se desarrollan como los de un recién nacido. Y no solo eso… ¡Ya tiene memoria! Al nacer reconocerá música escuchada a partir de estas semanas.
Hacia la semana 32ª de gestación el feto suele estar colocado ya en posición de parto. Dos semanas después, hacia la 34ª, todos sus huesos se habrán endurecido, excepto los de la cabeza, que permanecen blanditos para facilitar su paso por el canal del parto.
Se está preparando para salir y nosotras estamos esperando. Gracias a las ecografías sabemos lo que ha ocurrido durante los nueve meses que acaban de terminar. Él ha crecido sin apenas contar con nuestra intervención directa. Pero lo que aún está por llegar, lo construiremos juntos.