La varicela es una enfermedad común que se contagia de manera fácil (a través de gotitas de líquido vesicular o secreciones del tracto respiratorio por se encuentra en el aire), y que se da principalmente en los meses de primavera e invierno. Se origina debido al virus varicela zóster y por regla general no suele ser peligrosa, aunque como en la mayor parte de las afecciones tiene cierto riesgo, pero como decíamos es mínimo y por tanto no hay que alarmarse.
La varicela se manifiesta (ente los días 10 y 20 después de haberse contagiado) en los niños con fiebre, cansancio, falta de ganas de comer, y con erupciones en el cuerpo (que comenzarán siendo como manchas rojizas aplanadas, y que se irán cogiendo relieve durante los siguientes días hasta que se convierten en ampollas), apareciendo principalmente por la cabeza (en el cuero cabelludo), en el tronco, en los genitales, y a veces puede que se den hasta en el interior de la boca.
Como ya comentábamos, la varicela no es peligrosa, pero sí resulta una enfermedad realmente molesta, ya que produce mucho picor, cosa que provocará que el niño se rasque la zona y se puedan llegar a infectar. El pediatra por regla general tratará el problema con analgésicos, antihistamínicos, y con alguna crema que se dará en las partes afectadas con el objetivo de que se mitigue un poco el picor. Por otro lado, también se recomendará dar baños con agua templada o colocar compresas húmedas. En los casos que se manifieste de forma más graves, se podría proceder a dar un tratamiento antiviral.
Los niños de menos de un año o los prematuros, corren mayor riesgo de contagio, ya que sus defensas son menores. En el caso de las mujeres, hay que tener especial cuidado durante el embarazo, ya que si coge la enfermedad durante ese periodo, el feto podría incluso sufrir malformaciones.