El uso de la epidural está cada vez más implantado en los hospitales, pero hay mujeres que deciden enfrentarse a los dolores del parto con otras armas. A veces es por miedo a los efectos secundarios de la anestesia, otras por las contraindicaciones y, la mayoría de ellas, porque deciden vivir su parto de forma natural.
Sea cual sea la razón, las estrategias para afrontar el temido dolor son una gran ayuda. Con una preparación adecuada podemos vivir el parto como lo que es: un momento pleno y único que recordaremos siempre.
Superar el dolor no consiste en aprender tres o cuatro técnicas en los cursos de preparación al parto. Estas ayudan mucho, pero el arma más poderosa es nuestra actitud mental, lo que exige cambiar el chip: ‘No elegimos el dolor, elegimos la consciencia’.
El dolor deja de serlo y se convierte en una sensación dolorosa que nos informa de muchas cosas: de que nuestro hijo ha bajado un poco más por el canal del parto o de que nuestros músculos le ayudan y están trabajando con él. Elegimos sentir todo lo que ocurre, pero sabiendo que lo podemos superar. Esto no significa que no debamos prepararnos, al contrario: entrenar nuestro cuerpo y nuestra mente es indispensable para acercarnos seguras al momento del parto.
De este nos da miedo casi todo y ese miedo genera una gran tensión muscular y emocional que, a su vez, produce más dolor. Por eso, los preparadores al parto hacen hincapié en la necesidad de romper el círculo miedo-tensión-dolor. ¿Cómo lograrlo? En primer lugar, a través de una buena información. Cuando comprendemos los cambios que experimenta nuestro cuerpo, cuando miramos las ecografías para ver que todo sigue su curso sin que hagamos nada… entonces es cuando confiamos en que nuestro cuerpo está preparado para dar a luz.
También debilitaremos el círculo miedo-tensión-dolor aprendiendo a liberar la tensión y el dolor. Nos ayudará tonificar nuestra musculatura y aprender a relajarla. Aunque cada contracción implica una tensión inevitable, lo que de verdad las hace insoportables es que el cuerpo no descanse entre ellas. Podemos aprender a relajar voluntariamente los músculos.
El dolor del parto no es solo físico, sino también psicológico y emocional. Por eso, junto a los ejercicios de relajación muscular, son de gran ayuda los de relajación mental: es decir, pensar en positivo. Algunos métodos defienden que la mujer concentre su energía fuera del cuerpo para ‘distraer’ el dolor. Otros, sin embargo, postulan todo lo contrario.
En realidad, la fórmula secreta en cada caso será la que más y mejor se ajuste a nuestra personalidad.