La celiaquía es una intolerancia a los cereales que tienen gluten, como es el caso de la avena, la cebada, el trigo, o el centeno. Se trata de un problema intestinal crónico, que resulta muy común (alrededor de 1 bebé nacido de cada 200 es celíaco), que se produce por la ingesta de los mencionados cereales con gluten, originando daños al intestino delgado.
Hablar de prevención aún no es posible, y se sigue estudiando el tema esperando encontrar una fórmula para evitar la enfermedad. Sí se sabe que habitualmente comienza a dar la cara alrededor de los 6 y 18 meses en los niños, por ello los primeros cereales que se les darán serán siempre sin gluten.
Ante la sospecha de que un niño pueda ser celíaco, el médico pedirá un análisis de sangre en el que se medirán los niveles de anticuerpos al gluten, y en caso de que en los resultados aparezcan niveles altos de estos, se realizará una biopsia (obtención de una muestra de tejido de la zona de interés) del intestino delgado. Para hacer esto último se podría utilizar la técnica de introducir un tubito por la boca para acceder hasta el intestino delgado, una prueba que resultará especialmente molesta para los pequeños, pese a que se aplicará algún tipo de anestesia o sedante.
Si tras haber realizado ambas pruebas se confirman las sospechas de que el niño es celiaco, se procederá al tratamiento, que consiste ni más ni menos que en eliminar de su dieta todos aquellos productos que tengan gluten, sin hacer excepciones y por un tiempo ilimitado. Esto al principio puede ser algo complicado, sobre todo cuando no se conocen casos cercanos de esta enfermedad, y costará coger hábitos nuevos de comida. Además se deberá ir preparando al niño y enseñarle a comer solo lo que pueden, de manera que habrá que armarse de paciencia e informarse bien.
[…] vez que se el médico confirma que el niño es celíaco, dará a los padres toda la información posible respecto al tema, pero es normal, que una vez […]