También llamado “miedo a la bata blanca”, el temor al médico es bastante habitual en la población en general y especialmente en los niños (sobre todo alrededor de los cinco años), que tienen que visitarlo muy frecuentemente en los primeros años de vida. En ellos, el miedo puede estar generado por anteriores visitas que no fueron muy agradables, porque lo asocian al dolor, porque algunas pruebas conllevan la separación de los padres, por la propia intranquilidad ante los extraños, por miedo a lo desconocido (mezclado con una imaginación desbordada) o simplemente por una fobia un tanto “irracional”. Cualquiera de estos motivos lleva al niño a percibir su bienestar amenazado.
El llanto y el sufrimiento que nos demuestran hace que la visita al pediatra sea una auténtica pesadilla y que incluso pueda alterar los resultados (si el niño está nervioso, los síntomas se pueden entremezclar). Por tanto, todos debemos poner de nuestra parte para vencer este miedo; es muy importante que padres y profesional médico muestren complicidad y “mimen” al niño lo máximo posible. De todos modos, ten en cuenta que esto suele ser pasajero y con el tiempo, se irá solucionando.
Cuando el niño llega al centro médico es recomendable que se encuentre con un ambiente cálido, donde predomine una decoración atractiva para él. Es un primer paso para tranquilizarle que se puede reforzar incluso con música en la sala. Sin embargo, no es positivo que haya muchos juguetes que el pequeño quiera coger y con los que se pueda encaprichar, porque luego habrá que quitárselos a la fuerza.
Una vez que se produce el encuentro con el pediatra, el objetivo es que el niño confíe en él. Así, precisamente por “el miedo a la bata blanca”, una buena idea es que el profesional no lo reciba con esta ropa o que esté adornada con otros detalles coloridos y divertidos. Es importante también que ambos jueguen e interactúen un rato antes de comenzar la exploración; incluso, si el pequeño tiene un apodo cariñoso, el profesional se puede dirigir al niño con él.
Por último, otra cosa que puede ayudar al pequeño a sentirse más tranquilo y coger confianza es realizar a los padres lo que luego se le vaya a hacer a él, para que observe que no hay peligro.
Imagen: saludenfamilia