La apendicitis aguda se produce por obstrucción de la luz del apéndice. Este taponamiento puede deberse a pequeños restos de heces o fecalitos, pepitas, cuerpos extraños, lombrices, o bien por inflamación de la mucosa o los ganglios a causa de bacterias agresivas, tumores, etcétera.
Una vez que se produce la obstrucción, aumenta la presión dentro del apéndice, deja de llegarle sangre, la pared es invadida por los gérmenes, hasta que se perfora y estalla, saliendo los gérmenes fuera del apéndice, y originando una peritonitis o infección del peritoneo, que es la capa que cubre toda la cavidad abdominal y las asas intestinales. Esta peritonitis es una complicación grave de la enfermedad.
Este proceso, desde la obstrucción de la luz intestinal a la perforación, es mucho más rápido en los niños que en los adultos, y es más veloz cuanto más pequeño es el niño.
Básicamente se diagnostica por los síntomas citados, pero muchas veces la historia clínica no es tan clara, sobre todo en los menores de cuatro años (aunque en estas edades, la enfermedad no suele ser habitual). Estos niños no pueden explicar bien el dolor y en ellos la evolución de la enfermedad es más rápida.
En estos casos suele ser necesario recurrir a la ayuda de la ecografía, que nos puede identificar si se presentan pocos o muchos signos de inflamación o si existe ya líquido alrededor del apéndice, que puede sugerir una peritonitis.
También la realización de un análisis de sangre nos indicará si existen signos agudos de infección o inflamación.
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