Desde que son bebés, los niños darán muestras de su capacidad intelectual, y en el caso de los superdotados, se podrán apreciar pequeñas diferencias con los demás bebés de la misma edad. Estos bebés, son muy precoces a la hora de aprender y desenvolverse en su entorno. Por otro lado, responden con rapidez a todo tipo de estímulos, y comienzan a hablar (con vocabulario amplio) antes que un niño “normal”.
En los bebés más mayorcitos se apreciarán signos de mayor curiosidad y querrán ver resueltas sus dudas, por lo que es habitual que realicen muchas preguntas y se interesen por todo aquello que les rodea.
Los niños superdotados son competitivos, y de forma inconsciente se pondrán sus propios retos, es por ello que cuando se empeñan en hacer algo lo terminan logrando con empeño, esfuerzo y dedicándole el tiempo que necesitan, y cuando finalmente lo consiguen se sienten gratificados.
Los padres serán una parte crucial en el desarrollo de estos niños, así como serán probablemente lo más importante para detectar la superdotación. Por otro lado, serán durante mucho tiempo el mayor apoyo que los niños tendrán, ya que en muchas ocasiones, especialmente cuando ya van al colegio, los superdotados se sentirán desplazados por los demás niños al considerársele diferente. El niño, que hasta el momento en el que entra en el colegio y se relaciona, había vivido con su talento como algo normal, ahora se da cuenta que no es así, y puede llegar a sentirse fuera de lugar, así como en muchos casos atacado por sus compañeros. En estos casos, es habitual que el niño llegue a sentirse mal, tenga sensación de culpa, y se aísle sin comunicar el problema a los padres o profesores.
Es importante que los padres detecten este problema a tiempo y les hagan ver a los hijos, que no tienen que sentirse mal por ser especiales, y que su don no es malo sino todo lo contrario. La finalidad de esto es clara: cuando los niños se sienten abordados y desplazados, hay que darles un buen jarabe de autoestima.