Las personas aprenden a escoger su camino a partir de las experiencias de la vida, sean gozosas o sean dolorosas. La educación del adolescente debe tener por objetivo que sepa vivir en libertad. Ni paternalismo ni abandonismo.
Padres y educadores no podemos pasar delante del adolescente, en su camino personal, para evitarle cualquier ragusño o cualquier tropiezo, ni debemos caminar detrás para recoger lo que de él quede cuando se hunda en las dificultades. La actitud más acertada de los padres será caminar a su lado, compartiendo desde otra dimensión, la vida que se va abriendo ante él.
No podemos transmitirle nuestra experiencia. Él deberá hacer “su” propia experiencia para vivir la que será “su” propia vida.
Lejos de la dependencia (que genera hostilidad y resentimiento) hay que saber transmitir al adolescente la capacidad para vivir con independencia para sí mismo. El adolescente se desvive por vivir con independencia. A veces, con radicalismo. Los padres le ayudaremos proponiendo objetivos que, a pesar de las dificultades, le hagan sentirse seguro de sí mismo. Es la mejor vacuna contra la hostilidad.
A medida que los hijos crecen, los padres deben hacerse cada vez menos necesarios en su vida, de camino a la adolescencia. Solamente así serán capaces de observar el proceso del crecimiento con un firme dominio sobre los deseos de intervenir con demasiada frecuencia. Es importante que, mientras los padres estén presentes, sean los hijos quienes tomen las propias decisiones y hagan uso de sus criterios.
Se trata de un ejercicio de independencia mutua. No es bueno que los padres vivan sólo para los hijos. La independencia y la individualidad de los padres facilita que los adolescentes los encuentren cuando realmente los necesiten.
Ello no supone renunciar a unas normas y a unos valores, que deben ser firmes y bien definidos. Unas normas que provocarán una saludable oposición, pero que definirán los límites de la conducta. En definitiva, respetar las opiniones, las actitudes, los sueños y los deseos. Pese a que no coincidan con los nuestros. Y a la vez, mostrar firmeza para criticar un comportamiento inapropiado.
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