Debemos hablar con el niño y explicarle que le vamos a quitar el pañal, que ya es mayor, y que sólo lo llevará para dormir la siesta y por la noche. Tenemos que hacer que el pequeño lo vea como un juego y, por supuesto, sin ninguna presión; jamás debemos agobiarlo. Es fundamental contar con su colaboración y sus ganas.
Además, debemos estar totalmente seguros de que el niño va a conseguir superar el proceso, porque cuando se decida quitar el pañal, no hay que dar marcha atrás, porque esto podría confundir al niño y darle un mensaje contradictorio.
Nuestra actitud tiene que ser de total participación, tienen que tener tiempo y, por supuesto, una gran dosis de comprensión y paciencia.
Nunca deberemos enfadarnos, gritar al niño ni castigarle cuando tenga un escape. Es totalmente normal que le ocurra en algunas ocasiones, y no tenemos que darle más importancia de la que tiene.
Para que la transición del pañal al orinal sea satisfactoria hay unas pautas que es conveniente llevar a cabo:
- Crea una rutina: el niño tiene que asociar el inodoro a las funciones de excreción y micción. Si es posible, no debes variar la rutina ni el entorno donde lo estemos realizando. Empezaremos sentándole cada 30 minutos en el váter, aunque no haga pipí ni caca, pero nunca tendremos que obligarle.
- Plantea situaciones en positivo: lleva al niño al bño diciéndole: “vamos a hacer pipí”, o “ahora toca hacer pipí”. Nunca le hagas preguntas negativas como: ¿no tienes ganas de hacer pipí? Además, si se le escapa el pipí porque está despistado jugando, no hay que tenérselo en cuenta.
- Felicítale: cuando logre hacer pipí o caca, le felicitaremos, pero si no lo consigue, no mostraremos nuestra desilusión; no le haremos sentirse mal. A veces nos avisará, pero igual no le da tiempo y se lo hace encima, tenemos que felicitarle, por habernos avisado.
- Vigila al niño: hay que estar muy atento a sus movimientos, bailoteo, tocarse, y así llevarlo al baño, para evitar que se produzcan los escapes.
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