Las alergias respiratorias son las más frecuentes y están producidas por alérgenos que están en el aire que respiramos y que, al contactar con los ojos, pueden producir los siguientes síntomas:
- Rinitis. Es la inflamación de la mucosa nasal y puede aparecer únicamente en determinadas estaciones o estar presente durante gran parte del año, según el alérgeno responsable. Aparece picor nasal intenso que provoca que el niño se rasque de manera constante la nariz, llegando a hacerse una marca; abundante mucosidad, que se caracteriza por ser de color transparente y muy líquida (como si fuera agua); el taponamiento de la nariz, que produce en el niño dificultad para respirar y disminución de la percepción de olores; y estornudos encadenados.
- Conjuntivitis. Se manifiesta como un enrojecimiento de los ojos, acompañado de intenso picor y lagrimeo.
- Asma bronquial. Está producido por la inflamación de la mucosa bronquial y es la primera enfermedad crónica de la infancia. Se manifiesta por la aparición de dificultad para respirar, tos, opresión en el pecho y pitos (sibilancias).
El tratamiento de la alergia se basa en tres pilares fundamentales: control de los síntomas con medicamentos, crear tolerancia en el organismo y reducir la exposición a los alérgenos responsables.
Respecto al tratamiento farmacológico, los medicamentos más usados son los antihistamínicos (que reducen el picor), los broncodilatadores (que reducen los síntomas del asma), los corticoides inhalados, tópicos y/o orales (para evitar la inflamación de la vía respiratoria), los antileucotrienos (que inhiben las sustancias que intervienen en la inflamación) y los descongestionantes nasales.
También existe la vacunación, que consiste en introducir en el organismo del niño alérgico pequeñas cantidades del alérgeno responsable de la alergia, en cantidades crecientes, hasta crear una tolerancia que evite o minimice los síntomas ante futuros contactos con el alérgeno.
Imagen: newparent
Las alergias vuelven al ataque I – Las alergias vuelven al ataque II