Lo siguiente es presentar la solicitud de adopción y la documentación requerida por la administración autonómica (partida de nacimiento, DNI, declaración del IRPF, certificado de matrimonio o convivencia, informe médico…) para que se pueda proceder a la apertura de expediente.
Después, pasaréis a una lista de espera para ser sometidos a un proceso de valoración; empieza la batalla por la obtención del Certificado de Idoneidad, que viene a ser como tener que aprobar el carné de padres adoptivos. Psicólogos y trabajadores sociales llevan a cabo un estudio psicosocial de los futuros padres mediante una serie de entrevistas, visitas domiciliarias y presentación de documentación para dilucidar si poseéis la capacidad, aptitud y motivación adecuadas para ejercer la patria potestad.
En definitiva, si estáis realmente preparados para cubrir las necesidades físicas, psíquicas y emocionales del menor asignado, y para asumir las peculiaridades, consecuencias y responsabilidades que conlleva la adopción internacional. Para ello os preguntarán sobre vuestras motivaciones para adoptar, preferencias respecto al niño, historia familiar, roles de pareja, entorno, condiciones laborales, económicas y de salud, expectativas de futuro, experiencia con niños, valores a transmitir… Algunos padres pueden sentirse angustiados o invadidos en su intimidad.
Tras un periodo de espera aproximado de dos a seis meses, las autoridades decidirán si os conceden o no la idoneidad. Este certificado tiene una vigencia de tres años, que deberéis renovar si el proceso se extendiera más allá de este periodo de tiempo. Una vez aprobado, se procede a la tramitación del expediente junto a toda la documentación (debidamente traducida si fuera necesario) que se os exija en el país de origen de la criatura. Puede hacerse de forma directa y personal, a través de las Administraciones Públicas españolas competentes o a través de una ECAI (algunos países exigen su mediación).
Antes de su envío, estos documentos deben ser legalizados y autenticados para que sean eficaces en el extranjero. Una vez enviados, la pelota queda en el tejado del país de origen. El siguiente paso: armarse de paciencia…
Imagen: afth