Sin ser un elemento imprescindible, los intercomunicadores, son unos aparatos muy prácticos en la mayoría de los casos. Con ellos, los padres podrán estar en cualquier lugar de la casa y saber en qué momento se despierta el bebé y cuando está llorando, de esta forma podrán estar en el salón viendo la televisión con la tranquilidad de que serán avisados cuando el pequeño se despierte.
También resultarán especialmente útiles durante la noche cuando el bebé comience a dormir en su propia habitación, y los padres podrán hacerlo sin tener que preocuparse de si, desde su propio cuarto, oirán al niño cuando se despierte.
Existe un amplísimo catálogo de intercomunicadores en el mercado, de diferentes marcas, formas, colores y características. Algunos incluso incluyen cámara, de manera que además oír al bebé, también podrán verlo a través de la cámara incorporada que se podrá conectar a la televisión o al ordenador.
En las tiendas se ofertan intercomunicadores de dos tipos, analógicos y digitales.
– Los analógicos son más simples y más baratos, el problema que tienen es que normalmente cogen interferencias por lo que producen un ruido algo molesto. Este problema, se hace más llevadero en aquellos que solo se activan cuando, en la habitación del bebé, se produce algún ruido, ya que de así la “molestia” no será continua como ocurre en los que no cuentan con esta característica.
– Los digitales tienen la ventaja de no coger interferencias pero, como es lógico, se venden a precios más elevados.
Por otro lado, algunos intercomunicadores cuentan con otras características, que dependiendo de unos u otros resultarán más o menos útiles, como por ejemplo: sensor de movimiento, luces que se proyectan en el techo o la pared, música, control de temperatura (avisan cuando la temperatura de la habitación del niño no es la adecuada), o los que ofrecen la posibilidad de hablar a través del receptor, entre otras.
Imagen obtenida de: www.somybox.com.