Después del perro, el gato es animal que prefieren los niños. Su tacto suave, su aspecto similar al de un peluche, y su carácter dinámico, son características a las que los más pequeños, y muchos adultos, no podrán resistirse.
Sin embargo, antes de que adoptar un gato hay que ver los “contras”:
– Tienen uñas que no dudan en utilizar bien jugando o bien cuando se sienten agobiados (en el caso de no estar educado para no hacer esto).
– Al ser animales ágiles, subirán a cualquier parte de la casa, ya sea al sofá, a la mesa, o a la cuna o la cama del niño.
– Pierden mucho pelo, aunque dependiendo de la raza este problema llegará a ser mayor o menor.
– Es necesario tener un sitio destinado a la caja de la arena, donde harán sus necesidades. Por lo que, en el caso de que los niños sean muy pequeños, habrá que mantenerla en un sitio al que el bebé no pueda acceder si no queremos que se ponga directamente a jugar con la arena igual que lo haría en el parque.
Pese a que los gatos cuentan con la fama de ser ariscos y de tener mal genio cuando se le agobia, en la mayoría de los casos, el animal se apegará al niño de forma extraordinaria, y por regla general tendrán una paciencia con los pequeños que no tendrán con ninguna otra persona. Además, como son rápidos y ágiles, sabrán apañárselas para huir cuando estén cansados del juego, sin necesidad de sacar las uñas o bufar. No obstante, hay que enseñar a los niños a respetarlos, tanto a los gatos como a cualquier otro animal, así como a jugar con ellos siempre sin hacerles daño.