¿Qué es que el niño contenga la respiración? Es uno de los comportamientos para llamar la atención más conocidos y, en general, más utilizado por los niños pequeños, normalmente menores de tres años.
Consiste en que el niño aguanta la respiración durante unos instantes, llegando en los casos más graves a perder el conocimiento, o hasta a presentar convulsiones. No es raro ver que el pequeño alterne este comportamiento con las rabietas.
¿Por qué se comporta así? En la mayoría de los casos es una forma muy evidente de llamar la atención, pero también puede verse en niños enfadados o que no han conseguido algo que deseaban.
¿Cómo solucionar el problema? Es muy importante no perder la calma. En general, los enfados de los padres o las conductas exageradas suelen hacer que el niño sienta que ha conseguido su objetivo, que es precisamente atraer la atención sobre él.
Suele ayudar mucho no prestar atención al niño cuando realiza el cuadro, y razonar con él, sin enfadarse, una vez que ha dejado de hacerlo. En todo caso, hay que aprovechar para aclararle que realizar este acto no sólo no le ayuda, sino que retrasará el hablar con él sobre los motivos del enfado.
A veces se pueden intentar prevenir estas situaciones: en el momento en que somos conscientes de que el niño está enfadado o fustrado, puede ser más útil intentar calmarlo que regañarle. De esa forma, el niño aprende que con una actitud normal consigue mayor atención que la que le otorgaría el contener la respiración.
Las rabietas son cosa de todos. ¿Qué niño no ha presentado alguna vez este comportamiento? Las famosas rabietas son episodios de enfado y mal comportamiento, generalmente de incio brusco, que pueden acompañarse de algún otro comportamiento, como el negativismo desafiante o el contener la respiración. De nuevo, el objetivo que busca el niño suele ser, llamar la atención. Y el mayor problema es que lo pueda conseguir, ya que entonces usará las rabietas como una forma habitual de comportarse.
Suele ser muy útil el consejo del pediatra, aunque para ello hay que confiar en él, relatando las circunstancias exactas en que se producen. El tratamiento se basa en ignorar los cuadros mientras ocurren. También da resultado no castigar al niño, para que no sienta que ha conseguido atraer la atención.
Una vez finalizado el episodio, es conveniente hablar con él tranquilamente, sobre el motivo del enfado, y solucionarlo. A la vez, conviene recordarle que si repite esa actitud se retrasará el momento de hablar con él.
El pronóstico de las rabietas, si se saben controlar a tiempo, suele ser muy bueno. Para eso, el niño debe sentir que con ellas no consigue nada, mientras que hablando tranquilamente con papá y mamá, sí es escuchado.
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